Para muchos la domesticación de los felinos tiene su origen entre el 7.500 y 7.000 a.C., afirmación basada en el descubrimiento, realizado por el equipo encabezado por el experto en arqueozoología Jean-Denis Vigne en su campaña de 2001, de restos de un gato junto a los de un humano en una tumba neolítica (del griego neo – nuevo y lithikós – de piedra, “de piedra nueva”) en Shillourokambos en Chipre.

Los hechos de que la disposición de los restos de los cuerpos se encontraran colocados simétricamente con una separación de 20 cm y sus cabezas orientadas hacia el oeste; que los huesos del gato no presentaran evidencia de cortes que indicarán que fue devorado y; que el ajuar encontrado en la tumba indicase que se trataba de una persona que gozaba de estatus dentro de su comunidad, hacen pensar a los científicos que el gato se sacrificó específicamente para ser enterrado junto a su dueña/o (se desconoce el sexo) y además, los expertos se aventuran a afirmar que podría haber existido una relación afectiva o incluso espiritual entre los difuntos (1).

Este descubrimiento desplaza en el tiempo a la teoría que indica que fueron los egipcios quienes domesticaron a los gatos hacia el 2.000 a.C, sin embargo, fue en el Antiguo Egipto dónde los felinos llegaron a ser venerados, se cree que en un inicio, como encarnación del dios Ra, ya que el león (y por su semejanza el gato) se asociaba con este dios protector; pero alcanzaron su máxima influencia cuando se los consideró la encarnación de la diosa Bastet, la misma que representaba el amor, la armonía y la protección, prueba de esto son los millares de momias de gato encontradas en antiguos cementerios para gatos, lo que indica que el respeto que se les dispensaba en la muerte era el mismo que inspiraban en vida. (En 1890 se descubrieron en Tell Basta, la antigua Bubastis, en otro tiempo capital de Egipto, más de 300.000 momias de gatos (2).
Se cree que el inicio de la domesticación del gato viene de la mano con el desarrollo de la agricultura, pues el excedente de las cosechas de trigo y variedad de cereales, debía ser protegido en silos, lo que atraía a roedores y por ende, a su depredador natural. Pero no sólo eliminaban plagas de ratas y demás roedores, también eliminaban los vectores de graves enfermedades transmisibles asociadas a las ratas, como la peste. Así mismo, los gatos cazaban serpientes, sobre todo víboras cornudas, y al tener más contacto con el hombre y empezar poco a poco a vivir junto a él, hicieron más seguro el entorno de las casas situadas en su territorio. Cuando un gato moría, su familia se afeitaba las cejas en señal de duelo. Los antiguos egipcios nombraron al gato con la onomatopeya «miu», cuya transcripción es miw en masculino y miwt en femenino.El prestigio de los gatos era muy alto en aquellas épocas, según leyendas antiguas, se pone de manifiesto la negativa egipcia a varias e insistentes peticiones de su vecinos griegos a comerciar con sus dioses felinos, negativas que terminaron con el robo de al menos seis parejas de gatos que clandestinamente arribaron a Grecia y de ahí, a toda Europa, pero esa, es otra historia.
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